Displasia congénita de cadera

La displasia congénita de cadera (DCC) es un trastorno en el que la articulación de la cadera no se desarrolla correctamente.  Su evolución abarca desde el periodo intraútero hasta el período neonatal. En condiciones normales, la cadera es una articulación donde la cabeza del fémur encaja firmemente en el acetábulo de la pelvis. En la DCC, esta articulación puede ser inestable, subluxarse o incluso luxarse totalmente, lo que puede llevar a problemas en su desarrollo y funcionamiento si no se trata adecuadamente.

Factores de Riesgo:

Varios factores pueden aumentar el riesgo de desarrollar DCC. Estos incluyen:

  • Historia familiar de displasia de cadera.
  • Sexo: Las niñas tienen mayor probabilidad de padecer DCC en comparación con los niños.
  • Posición fetal: La posición de nalgas durante el embarazo puede estar asociada con una mayor incidencia de DCC.
  • Primiparidad: El primer hijo de una madre puede tener un riesgo mayor debido a la mayor “rigidez” de los tejidos.
  • Oligohidramnios (menor cantidad de líquido amniótico) o macrosomía fetal (peso por encima de los 4/4.5kg al nacer).

 

Detección y Diagnóstico

La detección temprana de la DCC es crucial para un tratamiento efectivo. Para ello, es fundamental el examen físico del recién nacido:

  • Maniobra de Ortolani: detecta si la cadera luxada se puede reducir a su posición normal.
  • Maniobra de Barlow: busca luxar la cadera una vez reducida. Si esta maniobra es positiva, la cadera es luxable (inestable)
  • Abducción de Caderas: La limitación en la abducción de la cadera puede ser un signo de DCC. Se evalúa si el bebé puede separar las piernas adecuadamente (por ejemplo, para colocarle el pañal o asearlo).
  • Signo de Galeazzi: consiste en comparar la altura de las rodillas cuando el bebé está tumbado boca arriba, con los pies apoyados en la camilla y las caderas y rodillas flexionadas. Una rodilla más baja puede indicar luxación de la cadera homolateral.
  • Asimetría de Pliegues: Se observa la posición de los pliegues de la piel en los muslos y las nalgas. La asimetría puede sugerir problemas en la articulación de la cadera, aunque un porcentaje no desdeñable de pacientes presenta una asimetría de pliegues sin alteraciones en esta articulación.

Cuando existe una sospecha clínica, se deben de llevar a cabo pruebas complementarias.

La elección entre ecografía y radiografía depende de la edad del niño:

  • Ecografía: Se utiliza principalmente en recién nacidos y lactantes menores de 6 meses debido a que sus huesos aún no están completamente calcificados. La ecografía es útil para visualizar la anatomía de la cadera y evaluar la posición del acetábulo y la cabeza del fémur.
  • Radiografía: A partir de los 6 meses de edad, los huesos ya están parcialmente calcificados, y la radiografía se convierte en la herramienta de elección para evaluar la estructura ósea y confirmar el diagnóstico de DCC.

Tratamiento

El tratamiento de la DCC varía según la edad del niño. El objetivo del tratamiento es posicionar la cadera en su sitio y facilitar un desarrollo adecuado, evitando las complicaciones descritas.

  • Recién Nacidos: En una primera fase, para reducir la cadera, el tratamiento consiste en la colocación de una férula de abducción (Pavlik o Tubingen), que mantiene las caderas en abducción y flexión. Si la ecografía o radiografía de control muestra una correcta reducción, el tratamiento se mantendrá durante un tiempo variable, que suele ser de unos tres meses, hasta la completa resolución.
  • De 6 a 18 Meses: Si la DCC no se ha corregido con la férula, puede ser necesario ir más allá, dado que el arnés no funciona pasados los seis meses. Se puede llevar a cabo una reducción cerrada, seguida de la inmovilización con un yeso pelvi pédico para mantener la cadera en la posición correcta. Ello puede realizarse acompañado o no de una tenotomía de aductores, para relajar el músculo y evitar una nueva luxación de la articulación.
  • A partir de los 18 Meses: En casos más avanzados o si el tratamiento previo no ha sido efectivo, es probable que se necesite una cirugía ortopédica más compleja. Esto puede incluir una reducción abierta y, en algunos casos, procedimientos para reconfigurar el acetábulo y/o la angulación del fémur.

 

En conclusión, la displasia congénita de cadera es una condición tratable, siempre y cuando se lleve a cabo un diagnóstico temprano y un enfoque adecuado. Las pruebas clínicas y las imágenes diagnósticas son cruciales para una evaluación precisa, y el tratamiento varía en función de la edad y la severidad de la displasia. Con una intervención oportuna, la mayoría de los niños pueden desarrollar una cadera funcional y saludable.

Si tu bebé presenta alguno de los signos de alarma descritos, o ha sido diagnosticado de inmadurez en la/las caderas, o de displasia de esta articulación, consúltanos para una evaluación completa y un seguimiento adecuados.